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¡No hagas de un grano de arena una montaña! Mentalidad orientada a la crisis



Hoy en día al salir a la calle, nos encontramos con más caras largas y preocupadas que arrugadas a causa de sonrisas. Al entrar a algún local comercial o simplemente en nuestros lugares de trabajo, tal vez escuchemos mas comentarios negativos que positivos. ¿Qué será lo que causa esto? ¿la situación del país? ¿los sueldos bajos? ¿el frio? ¿el calor? Algunas respuestas están en estas preguntas, pero esta sociedad de disconformes tiene un problema más profundo.


Vamos a ponernos en situación para entender un poco mejor el tema de este blogcast:


Lunes por la mañana, suena el despertador, lo apagas y el primer pensamiento que se viene a tu cabeza es: -otra vez lunes-. Sin moverte de tu cama, desbloqueas el celular y ves la temperatura que marca 0° C. – Uff, encima que es lunes y tengo que ir a trabajar, hace un frio de morirse-. No vas ni 10 minutos despierto que ya tuviste 2 pensamientos negativos o de queja.


Te levantas bufando, desayunas y te preparas para ir a tu trabajo. Subís al auto, comenzas a manejar, y empezas a quejarte del tránsito: - ¿y este dónde aprendió a manejar? -, o el clásico: -¡dale hermano ¿que vas paseando por el parque?!- cuando nos cruzamos con alguien que, según nosotros, entorpece el paso.


Llegas al trabajo, y al primero que te encontrás es a tu jefe que ni te dijo “buenos días” y ya te dio trabajo, que encima tenía que hacer otra persona. Lo que menos vienen a tu cabeza son palabras de agradecimiento: -este siempre con lo mismo, siempre el trabajo pesado a mi -encima aquel tenía que hacerlo, pero claaaaro, como es amiguito del jefe, se la dejan pasar-.


Sigue tu mañana, y te sentís con tan pocas energías que en lo único que pensas es en el almuerzo y en volver a tu casa. No pones atención a tu trabajo, te encontras distraído e irritable, todo te molesta, desde la computadora de la oficina que anda lenta hasta la respiración del que esta en el escritorio de enfrente.


Es muy posible que todos los días nos toquen vivir situaciones similares a esta. Pero lo bueno es que cada uno es protagonista de su vida y puede decidir cómo actuar; y vamos a ver cómo.


Una realidad que todos podemos detectar es la gran inconformidad que reina en la sociedad. Nos encontramos con una sociedad donde a las personas nada les viene bien, un ambiente que sufre inconformidad crónica, una sociedad que pareciera que rinde culto a la queja. Hay quejas por todos lados, como si quejarse fuese la solución a todo lo que está mal.


La queja y la inconformidad son como un humo, como el famoso “smog” que contamina el ambiente, contamina todo lo que alcanza. Cuando estamos en un ámbito donde la queja esta presente, se nos pega y nos quita energía, sentimos malestar y durante todo el transcurso de nuestro día sentimos disconformidad respecto a todo. Y lo más complicado, estos ambientes modifican nuestra actitud.


Hoy en día, las personas hemos desarrollado una mente orientada a la crisis, a la victimización, a ver todo lo que falta en vez de ver todo lo que se tiene. Cuando nos piden nuestra opinión acerca de algo, en la mayoría de los casos, atinamos a decir todo lo que falta, lo que está mal. Esa mentalidad orientada a la crisis, nos estanca, nos roba energía, nos hace sentirnos agotados todo el tiempo y como consecuencia, nos roba la felicidad y la tranquilidad.


La realidad es que todos experimentamos dificultades o problemas que nos condicionan. Pero la cuestión es la siguiente: Nosotros no controlamos las circunstancias, pero si las respuestas a ellas. Los problemas nos condicionan, pero no deben determinarnos.


Ésa es la gran libertad del ser humano, ahí radica nuestra grandeza: en la calidad de nuestras respuestas ante las circunstancias que nos tocan vivir. Lo que realmente nos va a condicionar, lo que va a modificar nuestra actitud, es cómo actuamos o lo que decimos acerca de lo que sucede o sucedió.


Frente a los contratiempos de la vida, la injusticia, el dolor, la pérdida, tenemos el bálsamo de la alegría, la paciencia, la gratitud, la generosidad, el optimismo, entre tantas otras actitudes que podemos tomar y elegir de forma libre, para poder controlar los pensamientos malos y de disconformidad, y así poder continuar nuestra vida con entusiasmo.

Víctor Küppers nos indica que los pensamientos son los que alimentan los sentimientos. Frente a una situación dolorosa o difícil, es lógico que nos sintamos asustados o tomemos una actitud de alerta, pero recordemos que la actitud que yo tome frente a esa circunstancia no será culpa de la circunstancia, será producto de mis pensamientos.


Muchas veces nos pasa que de un grano de arena nos hacemos una montaña, actuando mal frente a esa situación, gastando energía que podríamos usar para ver de qué forma podemos superar esa prueba y encausarla a su solución de forma rápida y eficiente.


Cambiar la mentalidad o la actitud frente a las circunstancias de la vida no se hace de un día para el otro. Requiere tiempo, tener paciencia y confiar en la ayuda de Dios. Pero hoy, quiero presentarte una virtud que puede ayudarte a empezar este cambio.


La virtud del OPTIMISMO, es aquella que hace que nos centremos en lo que las dificultades pueden ofrecer antes de ver lo que son las dificultades en sí.

Esta famosa virtud, es mucho más que “ver el vaso medio lleno”, o andar por la vida esperando que todo lo bueno llegue sin pretender mover un dedo o afirmando fervientemente que “el tiempo pone todo en su lugar”. Es un poco más que eso.


David Isaacs, describe el optimismo como virtud (entendiendo la virtud como esa disposición firme para hacer el bien o buscar el bien), como :

“aquella disposición que supone que seamos realistas frente a una realidad o circunstancia que presente dificultades mayores o menores, y buscar lo positivo antes de centrarnos en las dificultades o ver lo que las dificultades pueden ofrecer en sí.”

La persona que es optimista conoce y confía en sus propias posibilidades, y en las de los demás frente a situaciones que presenten dificultad. Además, para que sea virtud, debe confiar en Dios, teniendo en cuenta que es Él quien pone pruebas en el camino para fortalecernos y hacernos entender que sin Él no somos nada. “Únicamente la confianza en Dios, conducirá a la persona a ser optimista”


Es probable que haya personas a las que les sea muy fácil ser optimistas, ya sea por su temperamento o personalidad, tienden naturalmente a ver lo positivo por sobre la dificultad en sí. Deberemos tener especial cuidado si nos encontramos en esta situación, ya que fácilmente caeremos en creer que podemos tener todo bajo control, que frente a la mínima dificultad podremos sortearla sin ayuda, cayendo en una actitud de soberbia o, al contrario, de ingenuidad. Isaacs pone un ejemplo para clarificar esto:


“Frente a una situación profesional de fracaso, el hombre puede reaccionar con ingenuidad, simulando que nada pasa y que el tiempo pondrá todo en su lugar. O puede creer efectivamente que él, que nunca ha fracasado, resolverá la situación y sigue siendo optimista sin ser realista, por soberbia.

La persona que se fía únicamente en si misma se encontrará algún día con una situación que no es capaz de afrontar. Únicamente la confianza en Dios, en que Dios ha querido que fuera así, conducirá a la persona a ser optimista


Y confiar en Dios, comenzar el camino del real optimismo, confiando en los demás y en uno mismo, conduce a la paz interior; y la expresión de esa paz, generalmente, tiene tintes de alegría, da una actitud de fortaleza y esperanza, contraria a la actitud de victimización y dramatismo que describimos anteriormente.


La mayor parte de los estímulos que nos llegan del entorno son negativos. Si nosotros permitimos que esos estímulos se instalen en nuestro interior, alimentándolos además con nuestros pensamientos, viviremos distraídos sin ver donde podemos hacer el bien a los demás, encerrándonos en el círculo de la queja, del cual es difícil salir si no nos ponemos firmes y controlamos nuestros pensamientos.


Cada uno es protagonista de su vida, no dejes que un grano de arena te condicione. Recordá que vos sos el que controla y alimenta sus pensamientos. El momento de cambiar la actitud es AHORA…Empecemos ya, con lo que tenemos enfrente; seamos agradecidos con lo que tenemos, empecemos nuestro día con el pie derecho, encomendándolo a la providencia de Dios, que en definitiva, es El único que sabe qué nos conviene y qué no para nuestra santidad. Recibir sus pruebas con alegría, confiando que a nuestro alrededor tenemos personas que nos ayudarán cuando la cosa se haga cuesta arriba.


Centrémonos más en lo que funciona bien que en lo que esta mal, y si nos centramos en esto último, que sea para mejorarlo, no para disgustarnos o contaminar nuestra mente y nuestro entorno con nuestros pensamientos negativos.


Y para cerrar, cito nuevamente a Küppers:

“Debemos cuidar de nuestros pensamientos, reconocer si son positivos o negativos, fomentar los primeros y reducir los segundos, son ellos los que determinan nuestra felicidad, porque son los responsables de nuestra actitud, de cómo percibimos el mundo y lo que nos ocurre”

Confiemos en Dios, confiemos en aquellos que ha puesto a nuestro lado. La vida tiene cosas fantásticas para disfrutar, no las opaquemos con un simple grano de arena.


¡¡Nos vemos en el próximo blogcast, Dios te bendiga!!


P/D: y si querés saber más sobre cómo mejorar tu actitud frente a la vida, te recomiendo chusmees los cursos que tenemos en CAT o los recomiendes a quien más lo necesite 😊 Si te gustó este post, ¡compartilo! y no dejes de darle like y suscribirte, al final de esta página, para recibir novedades. También podés seguirnos en Instagram, Spotify y YouTube.





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