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En busca de mi misión


Te dije que me gustaría acompañarte en la aventura de encontrar tu misión. Lo mejor de todo, es que en este camino, yo también voy descubriendo cosas específicas de la mía, así que gracias por emprender este camino conmigo…

Vamos a seguir también acompañados por Matthew Kelly, que es el autor que elegí para que nos guíe durante este trayecto en el que vamos conociendo nuestra misión general y personal.


Como nos habremos dado cuenta sin mucho esfuerzo, todos queremos encontrarle sentido a nuestra vida, y entender su propósito… ¡nuestro propósito!…


Y nuestro propósito tiene mucho que ver con llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos, si ya sé, vas a decir que esa expresión está muy trillada, y parece sólo un slogan sin sustancia, pero te voy a mostrar que no es así, y que además, decir que tenés que ser la mejor versión de vos mismo, es lo mismo que decirte que tenés que ser santo.


Porque la santidad justamente, es eso, o sea, que logres todo lo que Dios espera de vos, que vivas heroicamente todas las virtudes y que cumplas hasta las últimas consecuencias, cueste lo que cueste, la voluntad de Dios para tu vida. Ya dijimos que Él sabe mejor que nadie para qué nos creó, qué aporte espera que haga cada uno y qué misión nos manda llevar adelante mientras vivamos.


Si nos tomamos en serio este objetivo, de ser lo mejor que podemos ser, nos vamos a dar cuenta que no podemos llegar a serlo sin ayudar a los otros a hacer lo mismo.


¿Cuál es tu misión en la vida? Tomate unos minutos para anotar (sí, ¡papel y lápiz por favor!) todo lo que te viene a la mente. No tiene que ser una sola cosa. Puede ser que sean muchas. Algunas quizá sean más importantes que otras, pero escribí todas, todos esos roles grandes y pequeños.


Esta pregunta tiene que ser considerada muy detenidamente. En este punto, otros pueden ayudarte con sugerencias desde sus perspectivas o puntos de vista, pero encontrar tu misión en la vida es una búsqueda muy profunda, a nivel personal.


Es posible encontrar nuestra misión únicamente si estamos dispuestos a mirar más allá de nosotros mismos. Nuestra misión no surge de nuestro deseo de hacer algo o de ser algo, de tener algo, aunque es cierto que ese deseo puede tener un rol.

Nuestra misión emana de las necesidades de otros y de las necesidades del mundo de hoy.

La misión está íntimamente relacionada con el servicio, cómo nos dio ejemplo Cristo, que también relacionó su misión con esto: “Yo no vine a ser servido sino a servir” …

Si realmente estamos en búsqueda de nuestra misión, nuestro deseo debe ser servir a medida que nos necesiten y donde nos necesiten.


La misión debe ser motivada por la necesidad –las necesidades de los demás y la necesidad de servir-.


Y al mismo tiempo, nuestras misiones fueron hechas para corresponder a nuestros deseos más profundos y a nuestros talentos únicos. “La misión es donde nuestros talentos y pasiones convergen con las necesidades de otros y del mundo”.


El reto que vamos a tener cuando hayamos descubierto nuestra misión y estemos dispuestos a cumplirla, es que vamos a tener que mantener esa misión enfocada en el servicio.


No importa qué tan grande sea el servicio que hagamos, qué tan significativa sea la contribución… tenemos que evitar caer en la tentación de que se convierta en algo que gira en torno a nosotros mismos


“Una misión justamente, nos rescata de una vida centrada en nosotros mismos y nos da una felicidad duradera al desviar nuestro foco de nosotros mismos a los demás”.


Kelly también nos hace ver la importancia de reconocer desde el principio, que nuestra misión puede cambiar en diferentes momentos de nuestra vida, y da como ejemplo el rol de una madre criando a su hijo. Esta misión tiene muchas etapas, desde llevar al hijo en el vientre y el parto hasta las primeras semanas de la infancia, y desde la adolescencia hasta la adultez. En cada etapa una madre cuida a su hijo de distintas maneras. Para una madre, la misión sigue siendo la misma a lo largo de la vida, pero toma diferentes enfoques dependiendo de cada etapa.


Una misión, no tiene que durar toda la vida necesariamente. Muchas son temporales y generalmente nos preparan, sin saberlo en ese momento, para alguna otra misión futura.


La verdad que es complicado saber con certeza cuándo hemos descubierto nuestra misión y cómo sabemos si es temporal o para toda la vida… y, como pasa con todas las cosas complicadas, mejor empezar intentando entender de lo general a lo específico, de lo que se aplica a todas las personas, hasta lo que se aplica específicamente a vos


En líneas generales, nuestra misión como dijimos, es llegar a ser nuestra mejor versión… vivimos esta misión momento a momento, como dice Kelly, eligiendo lo que nos lleva a valorar y a defender lo mejor de nosotros…. Eso requiere tomar la iniciativa, haciendo un esfuerzo tanto defensivo como ofensivo. Por ejemplo, elegir hacer ejercicio, es una acción ofensiva, mientras que decidir no pasar tiempo con una persona que nos aleja de nuestro potencial, es un acto defensivo.


Entonces, que quede claro, la primera parte de nuestra misión, que es común para todas las personas, es llegar a ser nuestra mejor versión. La vamos a personalizar según cómo la vivamos…


“Nuestra fortaleza principal como seres humanos, es nuestra capacidad de marcar una diferencia en la vida de otras personas”, y lo triste, es que es la capacidad que menos desarrollamos…


San Francisco de Asís decía: “Primero haz lo que es necesario, luego lo que es posible, y antes de que te des cuenta, estarás haciendo lo imposible”. Y esto nos lleva a la segunda parte de nuestra misión, que tampoco es exclusivamente nuestra, sino que también es común a todas las personas, y es que todos estamos aquí para hacer del mundo un lugar mejor, y también la vamos a personalizar según la vivamos cada uno….


Seguro te quedaste pensando que lo de hacer del mundo un lugar mejor suena muy “amor y paz” y muy new age, pero si te ponés a pensar, hacer del mundo un mejor lugar es ayudar a los demás a alcanzar su potencial y ayudarlos a ser la mejor versión de ellos mismos, es lo que hicieron los santos, ayudaron a los demás a ser santos, no sólo a los que estaban cerca, sino incluso a personas que ni siquiera conocieron… porque al cumplir con la misión que Dios les encargó, ellos dieron muchos frutos y contagiaron a otros para llegar a la misma meta…


Si nosotros fallamos en descubrir nuestra misión, aceptándola, y cumpliéndola, yendo de lo general a lo particular, va a quedar un vacío en la historia, algo que quedó sin hacer… lo mismo que hubiera pasado si esos santos que conocemos no hubieran hecho lo que hicieron…


La tercera parte de tu misión personal, implica que ejercites tus talentos y habilidades de una forma que sólo vos sos capaz, en el momento y en el lugar que más te necesitan. Ésta es tu misión personal.


El alcance y la escala de la misión que Dios te asignó es irrelevante; lo que importa realmente, es que asumas ese rol que es tuyo.


Lamentablemente, muchas personas, y conozco a varias, le dan la espalda a esa misión única, porque nos les parece lo suficientemente espectacular o por que no les da suficientes ingresos económicos. Pasan entonces el resto de sus vidas presos de un constante sentimiento de que algo les falta o que algo no está bien.


Entonces, ¿cómo reconocemos nuestra misión? Aprovechando los momentos del día para actuar según nuestra mejor versión, haciendo todas las cosas buenas que nos sentimos inspirados a hacer, aquí, donde estamos en este preciso momento, discerniendo y desarrollando los talentos únicos que Dios nos dio, y los deseos más profundos que tenemos. Y sobre todo escuchando la voz de Dios en nuestras vidas.


Si de verdad y con sinceridad nos disponemos a responder de esta forma, de a poco nuestra misión personal se nos va a ir revelando. Cada uno de nosotros tiene que encontrar su propósito, su misión y su lugar en este mundo.


Tenemos que superar los obstáculos que siempre surgen en este camino de búsqueda y cumplimiento de la misión, que están relacionados con los bienes materiales, y con las expectativas que tienen los demás, y sobre todo el miedo a la incertidumbre… tenemos que superarlos con las virtudes del coraje, la fortaleza y la perseverancia… sin perseverancia no vamos a lograr nada, mucho menos nuestra felicidad por cumplir nuestra misión…


Conocer tu misión y no emprenderla es una de las más grandes tragedias de la humanidad…. Y ya estamos viendo en la sociedad, las consecuencias de que muchas personas no lo hagan…

El Espíritu Santo nos va revelando poco a poco nuestra misión y va iluminando nuestros pasos, pero no nos va a iluminar el siguiente paso hasta que no hayamos dado el primero.


Emprendé el camino de tu misión, y ya vas a ver como se ilumina el siguiente paso…


Podés empezar haciendo algo bueno que te sientas motivado a ser. Elegí cualquier cosa buena. Cada día dedícate a la tarea de hacer lo bueno que sos capaz de hacer y a lo que te sentís llamado, y tu corazón y tu mente se van a llenar de un gozo nuevo y te vas a sentir más apasionado por la vida.


Tenés que ser paciente, yendo desde lo general a lo específico… A su tiempo, vas a empezar a ver que tu misión única empieza a salir a la luz. ¡Ahí va a ser el momento de recibirla, valorarla y hacerla tuya!


¡Te encomiendo para que ese día llegué pronto! Nos vemos en el próximo post, ¡Todavía nos queda un trecho más para recorrer juntos en este descubrimiento de tu misión!



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