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Foto del escritorMagdalena Martínez

¡Dale al botón de empezar!

La mayoría de las personas equiparan la disciplina a la ausencia de libertad. En realidad, ocurre todo lo contrario. Sólo las personas disciplinadas son realmente libres. Las indisciplinadas son esclavas”.


A lo mejor también pensaste eso en algún momento, o lo pensás ahora. Pensás que la disciplina es un precio demasiado alto para intentar pagarlo… quizás hasta sentís que te va demasiado bien en tu vida como para complicártela agregando disciplina, sacrificio y esfuerzo a lo que hacés. Quizá te convenciste que con el poco tiempo que le dedicás a tu vida de piedad y a tu relación con Dios recitando una que otra oración durante el día, y yendo a Misa los domingos ya estás salvado y tenés ganado el Cielo...


Leí en un libro, un concepto de disciplina que me gustó y que te quiero compartir, decía así: disciplina es amor incondicional a una visión a la que te rendís. Nada de “obligaciones”, de “deberías”, de “imposiciones”, de “luchar” … todo eso es una leyenda negra que nada tiene que ver con el verdadero concepto de disciplina.


¿Te das cuenta que en general, pensamos todo lo contrario y le damos muchos aspectos negativos a la idea de disciplina y la rechazamos inmerecidamente? Esto hace que la persona promedio no acceda a desarrollar todo el potencial que Dios quiere para su vida.


Es como si alguien muy malintencionado hubiese ideado palabras “feas” como: Rutinas

Hábitos

Disciplina

Persistencia

Paciencia

Entrenamiento

Preparación


Y lo hubiese hecho para enmascarar uno de los “superpoderes” más grandes que tienen las personas (la clave de la santidad, del bienestar, de la grandeza, de cualquier logro posible). Tal vez con esas palabras que suenan mal para muchos se pretendió alejar a las multitudes de un recurso que vale más que diamantes: la disciplina.


Pero esa lista de palabras, en realidad es carbón cristalizado que esconde un diamante por pulir en su interior. Si la persona promedio supiera que todo ese carbón que tizna su vida atesora en su interior valiosos diamantes que la harían brillar…, ¡dejaría de quejarse y trabajaría mucho en pulirlas! Esas palabras deberían sonarnos como una música celestial…


Y algo relacionado con la disciplina que se nos cruza siempre por la cabeza cuando queremos empezar algo, o mejorar en algo, o crecer en lo que sea, es la idea de “preparación”. Soy de las personas que les encanta formarse, leer, hacer cursos, aprender de personas que tengan cualidades o talentos o vidas integras que puedan enseñarme lo que sea, y te aseguro que cada vez que aprendo algo nuevo me doy cuenta de toda la preparación que me falta todavía… y me da la sensación de que nunca voy a estar preparada 100%....


Por eso trato de no permitirme ponerme excusas como: “Cuando esté preparada, voy a empezar”, “Primero me voy a preparar”, “Ahora no es el momento”, “No me siento lista”, etc. ¿Te suenan? Son excusas basadas en el miedo que te frenan y dinamitan nuestros deseos, sueños y objetivos de una vida mejor en todos los aspectos.


Tenemos que actuar y prepararnos al mismo tiempo, obviamente esto no cuenta si nuestro objetivo es operar de la cabeza a alguien, pero la mayoría de las veces mientras actuamos aprendemos cosas que sirven a nuestra preparación, que de no poner manos a la obra nunca adquiriríamos sólo leyendo, estudiando, o haciendo cursos….


Esperar a un “momento mejor” o a “estar listo” es una autoestafa. Ahora mismo es perfecto para empezar. La espera no te va a ayudar, al contrario, te va a frenar. Es más, como dice una frase que está en un vivero famoso de EEUU: ´´El mejor momento para plantar un árbol, es hace veinte años. El segundo mejor momento para plantarlo es ahora…”. Así que, si ya pasaron tus veinte, diez, cinco o dos años o el tiempo que sea, no sé qué posponés, pero ya estás tardando sin necesidad. El mundo está lleno de personas que esperan el día en que se sientan plenamente preparados para darse permiso para actuar. En su lápida van a escribir “Aquí yace uno que espera estar preparado”. R.I.P.


Empecemos ahora. La acción también es nuestra preparación. Dios siempre bendice y da frutos a los que tienen el coraje de lanzarse confiados en su providencia y en su auxilio divino, cuanto más si a lo que estamos lanzándonos es a crecer en santidad, en la virtud, en la vocación que Dios nos encomendó y en tratar de multiplicar nuestros talentos….


En la Matrix en la que vivimos la locura parece muy real. Seamos disciplinados y regresemos al camino de la disciplina buscando la voluntad de Dios cada vez que tengamos el impulso de tomar un desvío o de abandonar.


No te olvides que “La disciplina tiene enemigos, y uno de ellos sos vos”.


Disciplina no significa más trabajo, sino pequeñas acciones repetidas en el tiempo. Una acción disciplinada puede tomarte unos minutos nada más y cambiarte la vida en algún aspecto. Disciplina no es más trabajo, es más resultados.


“¿Cuánto tiempo va a llevar conseguir un resultado?”, es una mala pregunta porque la respuesta es evidente: el necesario, ni un segundo más ni un segundo menos. Disciplina es hacer lo que hay que hacer el tiempo que toca hacerlo.


Y como dice esta frase muy cierta: “Nunca cambiarás tu vida hasta que no cambies algo que haces todos los días”….


Cuando posponés tu acción, en general es porque desconocés cómo van a ir las cosas. Actuá de todos modos. Empezá y después Dios dirá. ☞ ¡Dale al botón de Empezar!


Cuando abandonás antes de empezar porque necesitas resultados inmediatos es porque no confiás lo suficiente en el proceso, en vos y en la Providencia. ☞ ¡Dale al botón de la Fe ciega!


Cuando te repetís cada día que mañana “vas a empezar”, y te enredás en otros asuntos, es porque sos víctima de tu inercia. ☞ ¡Dale al botón de Despegue inmediato!


Cuando sentís miedo al qué dirán, o a fallar, y no conseguirlo, es porque elegiste ver lo negativo y no lo positivo. ☞ ¡Dale al botón del Optimismo!


Cuando te ahogás entre tus propias excusas es porque querés el resultado, pero no el proceso que te lleva a él. ☞ ¡Dale al botón del Compromiso!


Si no conseguís lo que querés no es por culpa de los obstáculos sino por falta de compromiso.


Así que te repito… Empezá y después Dios dirá…. ☞ ¡Dale ahora mismo al botón de Empezar!







¡Nos vemos en el próximo post! ¡Dios te bendiga! ¡Rezo por los frutos de tu disciplina!

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