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¿Cuál va a ser tu legado?


Confieso que esta pregunta me ha mantenido desvelado muchas noches. Y creo que la razón tiene que ver con que me la hice tarde.


Nuestras metas no dependen únicamente de nuestras aspiraciones, sino que realmente adquieren autenticidad cuando están planteadas en relación a lo que el mundo necesita.


Somos hijos de nuestro tiempo, como dice Chesterton, y aunque esta afirmación fue escrita con un tinte pesimista, igualmente devela una gran verdad: nos ha tocado vivir durante este tiempo.

Bueno, ya sé que no descubrí América diciendo esto, pero…seamos honestos: ¿cuántas veces desearíamos que las circunstancias que nos rodean fuesen diferentes? ¿Cuántas veces nos hacemos la cabeza imaginándonos en mundos paralelos que no existen? No me malinterpreten, tener ilusión es muy importante, pero solamente cuando está bien puesta.


Imaginarnos en mil tipos de situaciones no va cambiar ni el lugar ni el motivo por los cuales hemos sido puestos ahí. No tenemos la posibilidad de cambiar de personaje como hacen los actores en las diferentes películas que interpretan.


Tenemos esta vida y este tiempo para descubrir nuestro potencial y nuestra misión.

Volviendo a la pregunta/título del post, cuándo me la tomé en serio descubrí que muchas de aquellas cosas que hacía todos los días no estaban relacionadas entre sí. No existía un sentido que las conjugara.


Me acuerdo que estábamos con unos amigos en casa de un profesor que admiramos mucho y con el que debatimos sobre muchos temas. Él me preguntó: ¿Cuál va a ser tu legado? “Cri..cri..” Silencio total.

Sí, me sorprendió la pregunta. No tenía una respuesta. Y por lo general tengo respuestas porque hablo hasta por los codos.


Obviamente es muy humano preguntarse por el sentido de la propia existencia y es elemental hacerlo porque si no deambulamos de un lado a otro sin rumbo fijo y perdiendo el valioso y corto tiempo que tenemos acá.


Con la pregunta dándome vueltas, llegué a la conclusión (a la respuesta todavía no, vas a tener que seguir leyendo jaja) de que a veces pensamos que tenemos todo el tiempo del mundo para conseguir todo lo que queremos y que no hay nada que perder. Mientras tanto, paseamos tranqui como si el reloj no marcara la hora y como si no hubiese apuro por concretar nuestras cosas.


La realidad, como sabemos, es muy diferente. Esto no significa que haya que desesperarse y dejar la salud en el camino para terminar todo. Porque el tema tampoco es terminar por terminar. No es poner un check o una "palomita" a una lista de tareas...


Ahí estaba mi problema, no tenía una buena respuesta a esa pregunta. Me di cuenta de que había construido mi filosofía de vida de forma errónea. No estaba cuestionando absolutamente nada de lo que hacía diariamente. Sólo tenía en cuenta la prisa por completar, conseguir y terminar.


¿Terminar qué? ¿Para qué? Estaba tan estresado al punto de poner en juego mi salud por tratar de participar (y obviamente querer ganar...) una estúpida carrera por ser más eficiente que los demás. No les puedo explicar lo agobiado que quedé después de llegar a este descubrimiento...



Into the Wild

Into the Wild (Hacia lo salvaje), una película del 2007 trata muy bien la cuestión de la búsqueda del sentido y de la misión personal. Luego de graduarse como excelente estudiante y con la posibilidad de hacer un brillante doctorado, Christopher McCandless, decide abandonar su vida, su familia y todos sus ahorros para embarcarse solo en un viaje por diferentes regiones de Estados Unidos.


No les voy a spoilear mucho, solamente voy a resaltar este acto “rebelde” que tiene el protagonista de descartar vivir una vida que no era la “suya”, sino que era resultado de las expectativas que los demás tenían de él (que incluso sus padres habían planeado para él). Christopher decide entonces que es momento de averiguar quién era realmente y cuál era su misión. Sin adelantarles nada, logra concluir después de este largo periplo que la vida solo tiene sentido junto a las personas con las que decidimos vivir. En definitiva, una vida de servicio.



A Hidden Life (Una vida oculta), película estrenada el año pasado, trata muy bien la cuestión de la búsqueda del sentido y de la misión personal. Basada en una historia real, narra la vida del austríaco Franz Jägerstätter, beatificado en 2007, quien se negó a prestar juramento al Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial. Criticado por todo su pueblo por haber sido el único que se resistió a la Alemania nazi, Franz mantuvo con firmeza, hasta su muerte, sus convicciones y por encima de todo su fe. La vida de un simple granjero con una familia como cualquier otra, sirvió como testimonio de cómo cumpliendo nuestro deber en el lugar que a cada uno le toca, se puede dejar un legado muy importante para la posteridad.


Sea cual sea la misión que tengamos en nuestra vida, solamente tiene sentido si es vivida para los demás. Somos hijos de nuestro tiempo, sí, lo que significa que debemos ser instrumentos para los problemas de nuestro tiempo.


El mundo es de Dios, pero Dios se lo alquila a los valientes, dice San Josemaría.

Estamos acá para hacer cosas grandes con nuestro tiempo, para ayudar a los demás y para compartir nuestro camino con quienes nos necesitan.


No es fácil y descubrir la misión que cada uno tiene. No es tarea de un solo día. Requiere trabajo y sobre todo empecinarnos por conocernos mejor: nuestros talentos, nuestra personalidad, nuestra historia personal. No somos islas, y nuestro sentido de existencia se materializa cuando vivimos en comunidad y aportamos lo mejor que cada uno de nosotros tiene.


Encontrar nuestro lugar no es fácil, no sucede de un día para otro. Hay que tener paciencia. Implica decisiones pequeñas todos los días que paulatinamente nos irán acercando a esa meta. También elegir vivir cada día en relación a la meta y a la misión que tenemos. Nunca conseguiremos algo noble sino ajustamos nuestra vida en coherencia a algo noble.


Así que si bien no tenía claro todavía cuál era mi misión, sabía que quería dejar un buen legado. Ahora, ¿qué es un legado? El término proviene del latín legatus y significa enviado, embajador…es decir, se refiere a alguien o algo que representa y que transmite lo que posee.


De esta manera, cuando uno se pone a pensar en el legado o mensaje que quiere dejar cuando ya no esté, probablemente sean mensajes nobles y no tu colección de juegos de play o los dvd con las mejores temporadas de Friends. Seguramente te gustaría dejar un testimonio de vida o un trabajo dedicado al servicio que pueda servir a otros para encontrar su propio camino.


Según el psiquiatra Enrique Rojas, un proyecto de vida coherente y realista debe contar con cuatro aspectos importantes: amor, trabajo, cultura y amistad. Estos aspectos constituyen lo que se denomina proyecto personal:


“¿Qué significa tener un proyecto personal? Significa que uno no va tirando de la vida, como decimos en el lenguaje popular, sino que yo llevo mi vida, la dirijo, la encauzo, la canalizo hacia una dirección concreta. Y luego viene la vida con sus exámenes. Es decir, que cualquier análisis de la vida personal es sangrante, es doloroso porque todos los proyectos quedan siempre cortos, quedan sin cumplir.
Pero, evidentemente, lo que está claro es que, mientras más realistas y exigentes seamos con ellos, y más garra y fuerza pongamos en ellos, más fácilmente irán saliendo adelante. La vida es una operación que se dirige hacia adelante y, esto es el proyecto: la vida anticipada”. (Rojas, Indicadores de la madurez de personalidad).

Asimismo, es muy importante contar con una filosofía de vida concreta, ya que a través de esta encontramos nuestra utilidad y valor en el mundo.


“El sentido de la vida tiene a su vez tres estrellas: una dirección firme, un contenido y el menor número de contradicciones internas posibles, es decir, coherencia” (Rojas).

Tu vida no tiene que parecer cautivante y llena de adrenalina como la de los influencers en Instagram. No cobra sentido con ropa cara y viajes al caribe. Esto no significa que tenés que resignarte a vivir una vida aburrida, sino a entender que todo lo que hagas tiene que corresponderse con el legado que vos querés dejar. Si viajás, que te sirva para crecer, para fortalecer tu espíritu, conocer gente interesante y con ilusión; y no para una foto en las redes sociales. ¿Se entiende la diferencia?.


Yo encontré la respuesta que tanto buscaba al entender que tenía que dejar de vivir en la superficialidad para comenzar a vivir en lo interior y profundo.

El tiempo es corto para amar. ¿Cuál va a ser tu legado?




 

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